Caballeros de Pegaso. Modelo 3.

Material:

Miniatura de resina color gris.

Escala: 32mm.

Si se tratara de un personaje muy alto o petiso, o en el caso de razas de menor altura como enanos o hobbits

el tamaño de la miniatura será ajustado tomando como referencia la altura "normal" de un hombre en 32mm.

(Consultar por otros tamaños)

Base:

Base cuadrada de plástico negro liso.

(Opcional base texturada de resina, ver categoría "Bases")

Caballeros del Pegaso

La mayoría de los Caballeros del Pegaso provienen de la ciudad fronteriza de Parravon, que se alza en las faldas de las Montañas Grises, donde se pueden encontrar la mayoría de sus nobles monturas. Sus filas están compuestas casi exclusivamente por Caballeros del Reino y solo los caballeros más ricos e influyentes pueden permitirse poseer un pegaso entrenado, ya que es muy difícil capturar a estas criaturas y mucho más entrenarlas. Por tanto, estas criaturas son un signo de riqueza y éxito para sus poseedores; aunque, en realidad, lo mejor de un pegaso es la gran ayuda que resulta para cualquier caballero lo suficientemente afortunado como para tener uno.


Un pegaso es más fuerte y rápido que el más poderoso de los caballos, con sus pezuñas puede quebrar el cráneo de un enemigo con facilidad y recorre grandes distancias surcando los cielos velozmente. De hecho, es milagroso que un caballo no se quede atrapado en las charcas de barro o que resulte herido con los arbustos espinosos que hay en los dominios más salvajes e inaccesibles de Bretonia. En el campo de batalla, pequeños grupos de Caballeros del Pegaso tomarán la delantera al resto del ejército en busca de combates honorables.

La leyenda dice que los Pegasos Reales son los descendientes del propio Glorfinial, la montura de Agilgar, primer Duque de Parravon y Compañero del Grial de Gilles el Bretón. Estas criaturas. nobles y orgullosas, se encuentran entre las bestias más inteligentes y suelen demostrar una lealtad desmesurada hacia su amo. El más famoso de todos estos pegasos fue el de Fandrallan el Extravagante, que trató de defender a su malherido señor del ataque de un dragón.

Aunque, en un primer momento, el dragón no prestó atención a los ataques del pegaso, después de recibir varias coces y mordiscos perdió todo interés en Fandrallan. En aquel momento cambió de objetivo y atacó al pegaso, de forma que el caballero herido salvó la vida. El folklore bretoniano está lleno de historias de este tipo y se cree que solo la muerte separará a un Pegaso Real de su amo.

Solo los más ricos y poderosos caballeros pueden permitirse poseer un Pegaso Real, ya que éstos son extremadamente raros de ver. Los afortunados poseedores de uno lo tratan con el mayor de los respetos, casi como si fuera un igual. Todo señor que posea uno de estos animales tendrá un grupo de Caballeros Noveles dedicado a cuidar de su más valiosa propiedad y la más noble de sus monturas. A los campesinos no se les permite ni acercarse a estas bestias, por si acaso su hedor o torpeza pudieran ocasionar algún daño al pegaso; de hecho, existe una leyenda que narra cómo el obsesivo Volstall de Quenelles mandaba ejecutar a todo campesino que se atreviese siquiera a mirar a su montura.

Caballero de Pegaso 3

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Caballeros de Pegaso. Modelo 3.

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Miniatura de resina color gris.

Escala: 32mm.

Si se tratara de un personaje muy alto o petiso, o en el caso de razas de menor altura como enanos o hobbits

el tamaño de la miniatura será ajustado tomando como referencia la altura "normal" de un hombre en 32mm.

(Consultar por otros tamaños)

Base:

Base cuadrada de plástico negro liso.

(Opcional base texturada de resina, ver categoría "Bases")

Caballeros del Pegaso

La mayoría de los Caballeros del Pegaso provienen de la ciudad fronteriza de Parravon, que se alza en las faldas de las Montañas Grises, donde se pueden encontrar la mayoría de sus nobles monturas. Sus filas están compuestas casi exclusivamente por Caballeros del Reino y solo los caballeros más ricos e influyentes pueden permitirse poseer un pegaso entrenado, ya que es muy difícil capturar a estas criaturas y mucho más entrenarlas. Por tanto, estas criaturas son un signo de riqueza y éxito para sus poseedores; aunque, en realidad, lo mejor de un pegaso es la gran ayuda que resulta para cualquier caballero lo suficientemente afortunado como para tener uno.


Un pegaso es más fuerte y rápido que el más poderoso de los caballos, con sus pezuñas puede quebrar el cráneo de un enemigo con facilidad y recorre grandes distancias surcando los cielos velozmente. De hecho, es milagroso que un caballo no se quede atrapado en las charcas de barro o que resulte herido con los arbustos espinosos que hay en los dominios más salvajes e inaccesibles de Bretonia. En el campo de batalla, pequeños grupos de Caballeros del Pegaso tomarán la delantera al resto del ejército en busca de combates honorables.

La leyenda dice que los Pegasos Reales son los descendientes del propio Glorfinial, la montura de Agilgar, primer Duque de Parravon y Compañero del Grial de Gilles el Bretón. Estas criaturas. nobles y orgullosas, se encuentran entre las bestias más inteligentes y suelen demostrar una lealtad desmesurada hacia su amo. El más famoso de todos estos pegasos fue el de Fandrallan el Extravagante, que trató de defender a su malherido señor del ataque de un dragón.

Aunque, en un primer momento, el dragón no prestó atención a los ataques del pegaso, después de recibir varias coces y mordiscos perdió todo interés en Fandrallan. En aquel momento cambió de objetivo y atacó al pegaso, de forma que el caballero herido salvó la vida. El folklore bretoniano está lleno de historias de este tipo y se cree que solo la muerte separará a un Pegaso Real de su amo.

Solo los más ricos y poderosos caballeros pueden permitirse poseer un Pegaso Real, ya que éstos son extremadamente raros de ver. Los afortunados poseedores de uno lo tratan con el mayor de los respetos, casi como si fuera un igual. Todo señor que posea uno de estos animales tendrá un grupo de Caballeros Noveles dedicado a cuidar de su más valiosa propiedad y la más noble de sus monturas. A los campesinos no se les permite ni acercarse a estas bestias, por si acaso su hedor o torpeza pudieran ocasionar algún daño al pegaso; de hecho, existe una leyenda que narra cómo el obsesivo Volstall de Quenelles mandaba ejecutar a todo campesino que se atreviese siquiera a mirar a su montura.

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